julio 30, 2010

Facebook o muerte

Hacía mucho que no leía algo tan gracioso que no tuviera otra opción más que parar de leer para reirme a carcajadas. Lo siniestro siempre se toca con las risas más irrefrenables, sobre todo porque uno sabe que no debería estar riendose y eso sólo potencia la risotada. En fin, me reí tanto que me impulsó a compartir la nota con uds acá. Ahí va:

LA RED SOCIAL Y SUS “BUGS”
Facebook o muerte

¿Qué pasa con un perfil de Facebook cuando el usuario fallece? Aquí, historias de muertos vivos, zombies y reaparecidos.

Por Facundo García

Los que usan Facebook están habituados al mensaje que dice “retoma el contacto con fulano”. Generalmente aparece cuando hace mucho que uno no le comenta los posts a alguien. Ahora: si ese alguien se estrelló contra un camión y está dos metros bajo tierra, se plantea un pequeño problema de comunicación. De hecho, con cientos de millones de usuarios, hace tiempo que los “fantasmas” son una especie de bug en la red social más grande del mundo. Margarita Martínez abre la lista de casos contando que le impresiona un poco ver que aún tiene ciento treinta y siete “amigos en común” con una compañera de laburo que pasó a mejor vida hace meses. “Cuando Luciana murió, su perfil se transformó en una especie de altar lleno de mensajes de despedida. Me impactó, supongo que debe ser porque estamos en una etapa de acostumbramiento”, relata. “Pensé en sacarla de mi lista de amigos. Pero me daba cosa. El intercambio on line era el único vínculo que habíamos llegado a generar y me sonaba a desprecio borrarla.”

Para que un nombre cambie a modalidad “persona fallecida”, los que conocen al feisbuquero afectado deben llenar el formulario que permite “convertir en conmemorativa o eliminar” su cuenta. Se supone que hay que mandar pruebas del deceso, aunque –como se verá más adelante– el mecanismo no funciona del todo bien. De aprobarse los testimonios, la privacidad del fiambre queda configurada de forma que sólo los amigos puedan ver su espacio y encontrarlo en las búsquedas. O sea que ese rincón de la web deviene una especie de tumba virtual. Y el muro se conserva, para que los que estaban conectados con el finado puedan publicar recuerdos y pésames. Con esto se desactiva el famoso “retoma el contacto” y las sugerencias para agregarlo a grupos.

Por supuesto que no siempre es sencillo. Ya hubo, por ejemplo, desgraciados a los que se consideró muertos por error. Alguien leyó que un tipo de nombre parecido al del diseñador Simon Thulbourn había fallecido y entonces informó de “la desgracia”. De un día para otro, Simon notó que su ingreso al site estaba bloqueado. La víctima comentó la experiencia en Thulbourn.com: “Un martes a la noche, fui a loguearme y me percaté de que me habían `matado`. Me fijé en `ayuda al usuario` pero la opción `¡ey, en realidad estoy vivo!` no existía. Ni siquiera habían chequeado mandándome un email (...) Ahora estoy de vuelta ¡Soy el primer zombie de Facebook!”.

Peor le ocurrió a la canadiense Shelby Breimer. A sus dieciséis años, pasa buena parte del día navegando. Sin embargo, se quedó tiesa cuando a nueve meses de la muerte de su madre la “redescubrió” súper activa en la Red, actualizando su estado y promocionando productos para adelgazar fabricados en China. “No podía creer que le hubieran hackeado la cuenta y estuvieran haciendo publicidad de productos que ella nunca usó”, se indignó la chica en una entrevista para la cadena CBC. El chasco es la punta del iceberg, porque Internet aloja muchos más “fantasmas” de los que comúnmente se cree.

Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/no/12-4856-2010-07-29.html

julio 10, 2010

V7Inter: Entrevista a Victor Bronstein

Fiel a la costumbre (costumbre reciente que empezo hace unas semanas), posteo una interesantisima entrevista hecha hoy, sabado 10 de Julio, en Visión 7 Internacional al  ingeniero Víctor Bronstein, profesor e investigador de la UBA, director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys), cuyo objetivo es el abordaje interdisciplinario de la energía y su relación con las distintas culturas y formas civilizatorias. (Fuente:http://blogs.tvpublica.com.ar/internacional/)



Son 15 minutos extraordinarios que hablan de ese bosque que usualmente nos tapan los arboles de mucha politiqueria de cabotaje.

julio 04, 2010

El fútbol y el sentido de la vida

Probablemente, lo mejor que se haya dicho y escrito sobre el partido y la derrota, y la vuelta a casa, y todas esas cosas que todos ya sabemos y que hace dos días nos tienen, me tienen, con esta tristeza un poco muda. 

El fútbol y el sentido de la vida

Hernán Casciari
Para LA NACION

Domingo 4 de julio de 2010





BARCELONA
Debo advertir, antes que nada, que no sé cómo salió el partido entre Argentina y Alemania. No sé si a estas horas del domingo, mientras ustedes leen Enfoques, estaremos felices o estaremos tristes. Hoy para mí es viernes y el partido todavía no se jugó. Como ven, tengo la ridícula misión de escribir mi columna un día viernes para que se publique el domingo: son las leyes de la imprenta. Se me dirá: entonces no escriba usted sobre fútbol, escoja otro tema. ¿Perdón? Eso no es posible, acabo de decir que para mí es viernes, que es la víspera; ¿sobre qué voy a escribir, si no puedo pensar en otra cosa? Y sobre todo, ¿sobre qué voy a escribir, si no sé cuál será el ánimo de mis lectores? El fútbol, mal que les pese a los filósofos serios, nos ayuda terriblemente a comprender el sentido de la vida. Y este diferido entre ustedes y yo resulta como una metáfora sutil del carpe diem : "¡Vive intensamente, ajeno y ciego a los resultados, como si lo que ya pasó pudiera ocurrir mañana!" Esto es metafísica: lo demás son idioteces.
Ahora ya no ocurre, por culpa de Internet, pero durante el siglo XX vimos mucho fútbol en diferido. Ver un partido que ya ocurrió, como si estuviera jugándose, es un acto de amor incomparable para con nosotros mismos. ¿Cómo es posible que una misma persona pueda engañar y caer en la trampa al mismo tiempo? ¿No es ésa, también, la semilla del arte? Cuando yo era chico, la mayoría de los partidos eran en diferido. Y Roberto, mi padre, se ponía como loco. Apagaba las radios, cerraba las persianas y no atendía los teléfonos. Una vez había un Boca-Racing e incluso se taponó las orejas con algodón, para no escuchar las bocinas de los autos que, a veces, son las mejores comentaristas del fútbol argentino. Cuando empezó el partido en la tele, se acomodó en el sillón y le pidió a mi mamá el mate, previa admonición: "Si sabés algo -le dijo-, no me digas nada". Y Chichita, trayendo la bandeja con la pastafrola, sin maldad, le contestó: "No te voy a decir el resultado, pero goles no hubo". Esa fue la vez que estuve más cerca de ser hijo de padres separados.
Lo que nos diferencia del mono es una guerra interna, secreta y despiadada. Por un lado sabemos que todo lo que hagamos en la vida será en vano. Por otro lado, somos conscientes de que no podríamos vivir sin hacer algo. ¿Paradoja? Nada de eso. La fuerza que nos mueve, la pasión, vive gracias a estos dos ejércitos en lucha constante. Quién nos dice que las grandes obras literarias del siglo XX, la música genial de Bartók, la danza moderna y el arte conceptual no hayan surgido gracias a que hemos visto tanto fútbol en diferido. Mientras escribo esto, repito, todavía no sé si el sábado nos tocará reír o llorar ante Alemania. No sé si estamos en la semifinal o volviéndonos a casa. No sé qué ocurrió pero ustedes sí. En uno de estos países, Alemania o Argentina, hay ahora gente festejando por las calles, y en el otro hay un silencio ensordecedor. ¿Qué no daría yo por quitarme esta incertidumbre de muerte y estar en el domingo de ustedes, si es que ganamos? Pero sobre todo, ¿qué no darían ustedes por regresar a mi víspera de viernes, a mi esperanza, si es que perdimos?

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1281124