marzo 29, 2008

Instrucciones para mirarse al espejo.

Dije que una de las voces de este flog iba a ser la mia. Éste es el primer intento de que aparezca. No es una copia a Cortazar. La consigna del taller era esa. De todos modos, ojala tuviera la capacidad de copiar por dos renglones la narrativa de ese hombre.


Instrucciones para mirarse al espejo.


Párese frente al espejo. Diga su nombre en voz alta. Dígalo más fuerte. Entienda que es crucial demostrarle al espejo superioridad. Los espejos son criaturas muy peligrosas. Uno los ve allí, enfrente de los propios ojos, tan quietos, tan inmóviles, tan muertos. Pero no, los espejos son depredadores de primera clase y saben esperar a su víctima. Saben pretender que no son nada, que se los domina por completo, que son inofensivos. Pero al menor descuido atacan sin piedad. Se alimentan de las deformaciones, y si uno no tiene cuidado, si se deja atrapar por la vanidad del reflejo, por la frialdad de la similitud de la imagen, si nos dejamos engañar, mas no sea por un segundo, por ese mundo tan simétrico que se nos opone, entonces estamos fritos. El espejo nos engulle, nos devora, se nutre de nosotros, y luego nos expulsa digeridos, cubiertos de baba de espejo. Pero ya es tarde, ya nos robo todo, ya obtuvo de nosotros todos aquellos ingredientes que necesita. Se alimenta de nuestra particularidad, de nuestra unicidad, de eso que nos hace ser quienes somos y no otros, de aquello que nos opone a los demás porque no lo tenemos, aquello que nos define porque es nuestro y de nadie más. Llena nuestros huecos, nuestras grietas, alisa nuestras imperfecciones, y nos deja lisos, sin textura, sin rareza, sin nada.
El espejo, luego de habernos devorado, se queda allí, como riéndose en secreto, mirando el vómito en que nos hemos convertido, con la segura convicción de que no seremos el último vómito que vea, de que otro mas caerá después, en la misma trampa, como niño que no resiste meter los dedos en el enchufe.
El espejo nos devolvió casi muertos, totalmente iguales a todos los demás, listos para insertarnos en las filas del mundo de lo parejo, de lo equivalente. Y nosotros, pobres vomitados, pobres víctimas de la maldad espejil, seguimos nuestras vidas como si nada, como si fuéramos los mismos que hace minutos se peinaban frente a él.
Por eso, si usted es un genio, si usted es distinto, o si simplemente entiende el riesgo de la acción a realizar, diríjase al cristal con autoridad, demuéstrele que no podrá devorarlo, que usted no es comida para espejos, que no será víctima; y podrá, entonces, seguir sin peligro sus tareas de reflejo.
Si usted, en cambio, no ve el peligro en lo que le estoy contando, no entiende la monstruosidad que se oculta detrás de tan pareja superficie, entonces usted no tiene nada que temer. A usted el espejo se lo devoro hace rato.

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